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Como muchos saben, el sábado mi hermano y yo nos volvimos locos. Hace tiempo el quería comprarse el PlayStation 3. Son de esos follones de «ay-yo-quiero-uno-algún-algún-día-me-lo-compraré» aunque, igualmente, Seba es de los que cuando le entra un follón entre ojo y ojo no hay forma de desalentarlo y se convierte en una maldición. Pues ese día fue el sábado. Así no más, Seba llegó a casa:

– Fui a dos lugares a ver si conseguía el PlayStation 3, pero no habían. Creo que voy a tomar eso como una señal de que debo ser paciente y esperar,… ¿verdad? Ok,… voy a chilear.

Yo estaba envuelta en mi computadora. Whatever, Seba quiere un PS3, va a joder con que quiere un PS3 y se va a inventar 17 razones de por qué su vida es difícil y cómo el PS3 lo arreglaría todo como siempre hace con cualquier follón.

– Aunque,… fíjate,… no chequié en BestBuy… – continuó.

Cuando mencionó «BestBuy», instantáneamente recordé fotográficamente unas grandes cajas puestas estratégicamente en display en esa tienda. Ahí no pude controlarme y tuve que decirlo:

– … Y eso… ¿tiene RockBand?

Seba no pudo evitar notar cómo mi indiferencia fue reemplazada automáticamente por una sonrisa que me iluminó el rostro cuando le hice la pregunta para la cual ya yo sabía la contestación. Su rostro también se contagió y en un tono súper cómplice de pompiaera disimulada, me dijo:

– Loca, ¡tú también lo quieres…! Vamos a comprarlo entre los dos. Vístete y vámonos ahora.

En el camino fuimos hablando de que íbamos a «veeeeer» si quedaban PS3 y chequear en cuánto salía, todo con una pompiaera madura y calmada. Pero cuando llegamos y vimos que allí estaban todas las cajas que buscábamos, dije:

– Necesitamos un carrito…
– Corre y búscalo.

Y de momento ni vimos los precios, sólo metimos las cajas como si fuera comida de supermercado. PS3: check. Rockband: check. DJ Hero: check. «Acho, Ale, ok, vamos a hacer ésto: yo pago estas dos cosas y tú pagas ésto ná más si también me compras un juego que yo quiero»… NBA2K10: check. En el trance, casi compro otra guitarra para usarla de bajo, los cimbales pa’ la batería, y creo que también casi meto un micrófono para las harmonías…

… Tener un carrito en BestBuy es un serio problema.

Cuando nos montamos en el carro, creo que no dijimos una sola palabra. La realidad empezaba a patearnos mientras los dos mirábamos un punto infinito después del parabrisas pensando «Puñeta, que cuánto acabamos de gastar, anda pa’l carajo…». Él tenía su recibo, yo tenía el mío, y los dos pensábamos en todas las cuentas que pudimos pagar usando el dinero que acabábamos de gastar en videojuegos. Seba creo que estaba más atribulado. Él como que necesitaba más reassurance:

– Viste,… que se joda, la última la paga el diablo,… Sí, sí, fuck it. Yo quería comprármelo anyway. Y, o sea, le vamos a dar duro jugando eso,… ¿verdad? O sea, le vamos a sacar el jugo y la vamos a pasar bien. – decía él pensando en el tarjetazo que dio a un crédito que acababa de saldar.
– Sí, sí, claro, o sea, yo nunca había pensado en actually comprármelo, viste,… pero a la verdad que me lo disfruto un montón cuando lo juego con otras personas, y ahora que tenemos uno, uff, me voy a curar… – decía yo pensando en los chavos que había acabado de gastar de mis ahorros sin planificar en medio de una lentitud laboral espantosa en la industria fílmica.
– Exacto, exacto,… olvídate, acho, vamos a vacilar un montón, que se joda,… la última la paga el diablo – cosa que repetiría un par de veces más durante el día, tú sabes, pa’ amortiguar la culpa del impulso.

Finalmente, llegamos a casa y tan pronto Lucas nos vio, olió problema, yo lo sé. La sala se llenó de cartones y bolsas de plástico que él no podía morder, encima de que ninguno de los dos apenas lo había mirado desde que llegamos. Lucas movía su cola y miraba todo con confusión y celo sin saber a quién pedirle atención, por dónde caminar o qué oler. Creo que mami se espantó cuando vio esa navidad no-solicitada en el medio de su casa e hizo muchas preguntas haciendo incapié en cuestionar en dónde nosotros pensábamos ubicar ese reguero de instrumentos musicales de embuste, pero no estoy muy segura porque yo estaba muy ocupada y en verdad no le estaba prestado atención a otra cosa que no fuese quick-start manual.

Una vez todo set, el sentimiento de culpa nos abandonó por completo para sentirnos inundados de pompeaera y propósito. Ésto tenía que ser así. Seba tenía los palos en sus manos arrítmicas, Nani ya había puesto la guitarra en Lefty Mode, y yo tenía las cuerdas ready pa’ esgalillarme el vivir. Mami vio todo y nos miró:

– Finalmente, ¿alguien piensa decirme cuánto ustedes se gastaron en todo ésto?
– Qué importa, mami. Míranos. La unión familiar no tiene precio.

Rock on!


Una de mis favoritas. :)

Y un ANORMAL que encontré.

Publicado el febrero 2, 2010 en Familia y Amigos, Humor, Misceláneo y etiquetado en , , , , , . Guarda el enlace permanente. Deja un comentario.

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