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• ¿De nalgas? (reconstatando significados)

Pasaban los minutos mientras bebía el café que me había preparado Isabel. Mis pies descalzos de haber limpiado dos pisos y paredes llenas de fango seguían húmedos y arrugados. Mis mahones, mojados y enrollados. Ella fumaba un cigarrillo mientras mi paciencia trataba de extenderse al mismo ritmo que el de la espera, pero entre suspiros profundos, un Winston regalado, la noche cayendo y la no-llegada de ayuda celestial para acabar aquel reguero de una buena vez, se me dificultaba controlar el desespero de la impuntualidad ajena.

En esas, Cholo asumió papel paternal. Me tocó el brazo y me dijo:

«Te voy a decir una cosa, mija: Mientras más uno se dobla, más enseña el culito. Ya tu trabajo aquí está hecho. No esperes más por nadie. Vete a tu casa tranquila y que se jodan los demás porque, ahora mismo, más que enseñar el culito, estás dándolo.»

Se me safó una carcajada. Bajé mi cabeza y sonreí con incredulidad…

Cholo,… Don Cholo. El sabía perfectamente de qué yo estaba hablando hace dos años atrás.